La revolución (en femenino) en el cine español
Es el titular del 2022 en lo que respecta al cine español; probablemente es también la única noticia positiva dentro de una industria que, en pleno momento de mutación, ofrece un panorama difícil de desencriptar. La consolidación de la nueva ola de directoras de cine de ficción no solo se queda en buenas películas –que, dicho sea de paso, es sensacional—, sino que además es correspondida con premios –entre los que se incluyen un Oso de Oro de la Berlinale y una Biznaga de Oro del Festival de Málaga— y, contra pronóstico, con una taquilla excelsa.
La segunda película de Carla Simón, Alcarràs (2022), y la primera de Alauda Ruiz de Azúa, Cinco lobitos (2022), se han erigido en las sensaciones de un box-office que solo ha respondido a códigos marvelitas o al dialecto vikingo durante este primer semestre. Sus recaudaciones, su prolongada estancia en la cartelera, con la consiguiente adición de espectadores, son la constatación de algo inédito: el cine español independiente también sabe vender. Junto a la calidad de dichos filmes, mucho tiene que ver el trabajo de publicidad y marketing de sus distribuidoras, Avalon & Elástica Films y BTeam Pictures, respectivamente. Dos compañías que representan la frescura y la innovación en un nicho a la deriva en los últimos tiempos.
La nueva generación de directoras de cine
Los éxitos de Simón y Ruiz de Azúa, además, ejercen de estandarte de una generación de directoras de cine que no lo ha tenido fácil, pero ha sabido hacerse su hueco gracias al talento y al trabajo. Hablamos de cineastas como Elena López Riera, que tras un precioso recorrido por el universo del cortometraje, ha debutado este año en Cannes (Quincena de Realizadores) con su primer largo: El agua (2022). También, Pilar Palomero, que hace un par de años nos maravilló con otro debut de los que dejan huella: Las niñas (2020).
Nely Reguera, que, tras sorprendernos con su ópera prima María (y los demás) (2016), estrenó hace unas semanas un sólido segundo filme: La voluntaria (2022), que también pasó por Málaga recibiendo buenas críticas. Meritxell Colell Aparicio, una cineasta que es pura sensibilidad, como demuestran sus dos primeras películas en solitario, Con el viento (2018) y Dúo (2022).
Belén Funes, nos emocionó con ese retrato de reflejos dardennianos titulado La hija de un ladrón (2019), que compitió por la Concha de Oro del Festival de San Sebastián; o Irene Moray, autora del corto Suc de Síndria (2019), una de las mejores propuestas del formato de los últimos años, preludio de un largo que promete ser apoteósico.
Un talento que hipnotiza y emociona.
Es una situación histórica. Hay mucho camino por transitar, pero nunca el cine español fue tan rico y tuvo tantas voces e historias que escuchar y ver. La mirada de estas realizadoras ofrece unas perspectivas singulares de la contemporaneidad; nuevos puntos de vista de temas que nos importan ligados a la familia, a la maternidad, a la paternidad, a la identidad y a la involución social en la era de la incomunicación. Es por ello que, finalmente, el espectador acaba respondiendo. Es lo que tiene el talento, que hipnotiza y emociona.
No lo sabía pero el cine las necesita más que nunca.
