Recordamos a uno de los directores y guionistas con mayor sensibilidad. Un gran tipo que se fue demasiado pronto pero que dejó una herencia inspiradora: Roberto Pérez Toledo
En este otoño, dos festivales extremeños, la Secindi emeritense y el Fancinegay, han recordado a una figura clave para la inclusividad en el mundo de la ficción como Roberto Pérez Toledo. Lo han hecho por cariño, por devoción y también por fe. Sin personas como él, aparte de tener un mundo mucho peor, la empresa de estos eventos cinematográficos hubiera sido aún más complicada.
Roberto Pérez Toledo fue un pionero que tuvo que, para empezar, desafiarse a sí mismo, ya que llevaba en silla de ruedas desde los 14 años a causa de una atrofia espinal congénita. Los grandes cineastas siempre subrayan que hay "escribir sobre lo que conoces". Y lo que conoció este director y guionista canario fueron las barreras impuestas y autoimpuestas de este mundo normativizado.
El trabajo de Pérez Toledo
Todo ello lo reflejó en una filmografía muy extensa, en la que están incluidos ¡59 cortometrajes! con su firma. Un prodigio, también un ejemplo. Pérez Toledo tuvo como máxima el llevar pequeñas historias de superación, de amor, de desamor, de comprensión, a la pantalla sin importarle demasiado el medio. Le otorgó otro valor al formato del cortometraje, entregándole su tiempo, su vida. No existe mayor inspiración para los jóvenes cineastas: un autor que cuenta por placer, por necesidad personal. Con alguien con esta capacidad narrativa, el cortometraje, pese a su extenso historial, no iba a ser la última parada.
Por supuesto, probó con el largo, con la emotiva Seis puntos sobre Emma (2011), protagonizada por Verónica Echegui y Álex García, que narra el deseo de una joven ciega de ser madre. Un proceso complejo que le enseñará a la protagonista que los prejuicios a veces no entienden de discapacidades. O Los amigos raros (2014), proyecto de #littlesecretfilm que aborda una de las problemáticas de nuestro tiempo plasmado por Pérez Toledo en numerosas obras: el acoso escolar. O Como la espuma (2017), un romántico comercial que trataba lo orgiástico como una interesante exploración de las parejas. O su último filme, quizá el más hermoso de su filmografía, y el que representa todas las inquietudes del realizador nacido en Lanzarote: Lugares a los que nunca hemos ido (2022), políptico que contiene cinco historias sobre el amor y los sueños perdidos que abordan otras de las temáticas recurrentes del cine de Pérez Toledo: el enfrentamiento a la adultez.
Unas inquietudes extrapoladas también al universo teatral, con una notable ópera prima como Manual básico de lengua de signos para romper corazones (2022), producida por el Centro Dramático Nacional, que narra una «historia de amor entre un chico sordo y un oyente que descubren que las barreras que les separan no son las físicas». Un trabajo brillante que subrayaba su talento para la escritura.
No obstante, su firma, acreditada o no, era una de las más relevantes en la industria española. Algo que, claro está, le iba a procurar el acceso al gran escaparate audiovisual de nuestro país: la televisión. Entre todas sus aportaciones, la más interesante es la webserie Indetectables (2017), decálogo personal del director que tenía como objetivo romper los estigmas ligados a determinadas enfermedades o capacidades. Una pieza más de un legado, en definitiva, que seguirá abriendo caminos. Y a la par que los transitamos, nunca lo olvidaremos.
El antepenúltimo mohicano
Park City, Utah.