Hace poco leí que ser extranjero es un trabajo a tiempo completo. Extranjero es una palabra que viene del francés antiguo: estrangier. Estrange que significa extraño y -ier, que significa ocupación o profesión. Ser extranjero es la ocupación de ser un extraño.
Soy Monica Ross y hace dos años y medio que me dedico a ser extranjera en España, quizás el puesto de trabajo en el que más he durado. Te cuento cómo es la vida de estudiante en Madrid.
Mudarse a otro país es estar lejos de todo lo que conoces, todo lo que es costumbre para ti. La vida de estudiante en Madrid implica escuchar un acento diferente, perderme constantemente en el vocabulario cotidiano y preguntar o cambiar mis palabras porque me da pereza tener que explicarme.
Es levantarme mientras mi familia duerme. Es perderme muchos cumpleaños, unas cuantas bodas y tres navidades. Despertarme añorando el mar y un abrazo de mamá. Es sentirme sola.
Y es que la soledad es parte de la migración. Extrañar es parte de ser un extraño. Pero si te fijas bien hay muchas personas a tu alrededor que están pasando por procesos parecidos. Yo cursé un master en TAI y la vida universitaria fue una gran ayuda para adaptarme a un país nuevo.
Si este es tu caso, te animo a que preguntes en tu universidad si existe un departamento de atención al alumnado.
En TAI existe la Unidad de Atención y Cuidado al Alumnado (UACA) que tiene un servicio de apoyo para estudiantes universitarios.
Además, puedes contar con el programa de Buddy Project, que busca facilitar el proceso de adaptación de estudiantes internacionales. Una comunidad de mentoras/es de países de Latinoamérica a los que podrás conocer en reuniones, encuentros presenciales y acudir virtualmente en busca de consulta, ayuda o apoyo.
La Comunidad TAI es una comunidad internacional. Hay alumnos de todas partes del mundo. Estudiantes que vienen a programas regulares como los que vienen por Erasmus+ o Munde. Es un punto de encuentro no solo educativo, sino artístico, cultural y social.
Conocí a mucha gente que estaba en lo mismo que yo. No extrañábamos lo mismo, pero extrañábamos juntos.
También es bonito extrañar, de una u otra forma empiezas a valorar cosas que quizás antes tomabas por sentado. Es normal sentirse solo después de vivir un proceso de tantos cambios. A mí me ayudó mucho respetar mis días tristes. Y es que a veces, solo necesitas una lloradita para poder seguir.
Poco a poco vas creando nuevos vínculos y rutinas que hacen que la soledad aparezca cada vez menos seguido. Celebras otros cumpleaños y vives otras Navidades. Y un día miras atrás y te das cuenta que has construido, quizás no sabes bien qué, pero te das cuenta que también es bonito que las cosas te flipen en colores, que la gente sea maja.