Artistas invitados John Waters

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Artistas invitados John Waters

John Waters

No puedes romper las reglas sin conocerlas

Cineasta

«Probad cada idea, aunque sea mala; para eso estáis aquí, para experimentar»

John Waters es un universo creativo en sí mismo. Una fuente de creatividad en la que fluye una mezcolanza de color, sentido del humor, transgresión y desafío. Un artista realmente inclasificable  que nos ha dejado muestras incuestionables de su talento y su libertad en el encuentro que hemos podido disfrutar con él en TAI.

Waters nació en Baltimore, al igual que otros grandes genios de la cultura contemporánea como Franz Zappa o Edgar Allan Poe. Precisamente este último escribió una sentencia que bien puede adaptarse al cineasta. “Aquellos que sueñan de día son conscientes de muchas cosas que escapan de aquellos que solo sueñan por la noche”.

Porque las creaciones de Waters parecen partir de un sueño pigmentado, a veces soez, casi siempre belicoso, y siempre incontrolable. Lo que está claro es que con esas creaciones es capaz de llevar al espectador al más increíble de los ensueños.

Y, de alguna manera, Waters ha logrado proyectar sus sueños en sus creaciones. Para ello ha contado con la inestimable ayuda de personajes tan excesivos como formidables de su Baltimore natal, como Divine, ese amigo suyo de la infancia reconvertido en referente de la cultura trans, en icono de la modernidad.

Pero esa osadía que ha mostrado no siempre ha tenido la mejor recepción. “A principio de mi carrera a nadie le gustaban mis películas”, afirma. “Las mostré en una escuela de artes y llamaron a la policía”, nos cuenta entre risas.

LA RISA, FUENTE DE CREATIVIDAD

Y es que el humor es una parte esencial de la obra de Waters. Un humor que no desdeña reírse de sí mismo, como nos ha demostrado durante su presencia en TAI. “Durante diez años todo el mundo decía que mis películas eran terribles”, señala. Incluso esa parte de la crítica que hoy muestra adoración por ese estilo underground no recibió sus primeras obras con aplausos: “La revista Variety dijo que una de mis películas era la más estúpida que se había hecho nunca, como una fosa séptica”.

Su peculiar estilismo también le permite no tomarse muy en serio: “Mi bigote es lo que me consigue trabajos”, nos dice. Y por si acaso su bigote no ejerce la suficiente sugestión en quien puede facilitarle dichos trabajos, John Waters ha explicado a los jóvenes artistas de TAI que mantiene una gran autonomía con la industria: “Yo me distribuyo mis películas”, explica. Y hace una recomendación: “No te sientas a esperar que alguien te diga: ¿Quieres que distribuyamos las películas?”.

John Waters es el mejor ejemplo de la importancia de tener una personalidad propia para definir una obra. “No importa lo bueno que seas, lo fantástico que seas como artista, también tienes que saber qué hacer con ello”.

Y en eso, el proceso de aprendizaje, de investigación, desempeña un papel fundamental: “Tienes que participar. Si quieres ser un artista, acude a todas las galerías. Si te dedicas al cine, ve todas las películas. Si quieres ser escritor, lee cada libro”, aconseja. “Debéis saber qué es lo que se está vendiendo y qué es lo nuevo”, comenta. “Porque no puedes romper las normas sin conocerlas”.

EXPERIMENTAR Y HACER LAS COSAS DE OTRA FORMA

Durante el encuentro en TAI, el director de Pink Flamingos ha insistido en la importancia de probar, de atreverse, sobre todo cuando los jóvenes artistas están comenzando a desarrollar su concepto, su idea, su personalidad: “Probad cada idea, aunque sea mala; para eso estáis aquí, para experimentar”.

Y a partir de estas tentativas es cuando se irá consiguiendo definir esa personalidad anhelada por los creadores. “Yo no creo que todo esté inventado”, nos dice Waters. “Está en vuestra mano encontrar una nueva forma de contar las cosas”, indica. Y sobre la inseguridad que puede sentir cualquier artista para crear algo nuevo señala que “cualquier persona que se dedica a las artes es alguien inseguro”. Así que, partiendo de esta premisa, su consejo es claro: “No tengas miedo al rechazo”.

Y para rematar, una advertencia llena de esperanza: “No vas a encajar, va a ser duro”, observa. Pero merece la pena. ¿Por qué? Waters lo tiene más que claro: “Vas a hallar el modo de que nunca debas tener un trabajo de verdad”, señala. “¡Vas a ser un artista!”, concluye.

 

Especialidad

Cineasta

Biografía

John Waters nació en Baltimore en 1946 y esta ciudad norteamericana, que tantas veces ha parodiado, se ha convertido en su principal fuente de inspiración. De ella han surgido los personajes excesivos que pueblan sus películas, como su grupo de amigos conocido como los Dreamleaders, que han aparecido en gran parte de sus trabajos.

Miembro de una familia de clase media-alta, Waters creció en Lutherville, un suburbio de Baltimore. Precisamente allí conoció a su amigo de la infancia Glen Milstead, quien se convertiría en musa de sus películas más conocidas, Divine.

A los 16 años, su abuela le hizo un regalo que le cambió la vida: una cámara de Súper 8. Y a partir de ella descubrió su vocación: quería contar historias con esa cámara, pero historias que se alejaran de lo convencional. Para continuar con su formación, se trasladó a Nueva York, estudiando en la New York University. No era lo que esperaba y no tardó en volver a Baltimore.

UN ICONO UNDERGROUND

En su ciudad natal, Waters empezó a rodar sus películas con un grupo de personas de la escena underground de Baltimore, el grupo conocido como los Dreamlanders, cuya figura más reconocible es Divine. Sus películas se alejan de los convencionalismos, se muestran ajenas al decoro y presentan un guion y unos personajes llenos de exceso y escándalos.

La inclasificable Pink Flamingos (1972) es hoy una obra de culto, idolatrada por muchos, odiada por otros tantos. Algunos actos explícitos presentes en la cinta sigue generando controversia sobre los límites de la creación. Junto a Female Trouble y Desperate Living forman parte de la llamada trilogía trash.

Precisamente cine trash es la denominación habitual con la que se ha denominado el cine de Waters, aunque él ha confesado que considera este término ya demasiado manido.

Inesperadamente, su cine pasó de ser atacado por grosero e irreverente a empezar a llamar la atención de la industria, a ser aceptado como una figura rompedora, irreverente, pero aceptada, al fin y al cabo.

Poco a poco se produce una mejora en la producción de sus obras y empieza a interesar a un público más amplio en películas como Hairspry, Crybaby, Los amantes de mamá o Cecil B. Demente. En ellas trabaja con grandes estrellas de la época como Johnny Depp, Kathleen Turner o Melanie Griffith. Su última película, Los sexoadictos, data del año 2004.

UN ARTISTA TOTAL

La creatividad de John Waters no se limita a la dirección. Actor, escritor, fotógrafo y docente, Waters se mueve como pez en el agua por la cultura pop y la cultura underground, llegando, incluso a ser convertido en un personaje de Los Simpson.

Además, se ha posicionado como activista a favor de la igualdad, llegando a recibir en el año 2004 el Premio Stephen F. Kolzak por su compromiso en la lucha contra la homofobia.

En el año 2019, el Festival de Cine de Locarno le concedió el Leopardo de Honor como reconocimiento a toda su carrera cinematográfica.

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