Después de acoger al gran maestro de la fotografía, el checo Josef Koudelka, en esta ocasión tenemos la oportunidad de disfrutar de otra magnífica exposición dedicada a la fotografía. El pasado 16 de diciembre se inauguró en Madrid, en la Sala de Exposiciones de Fundación MAPFRE (Bárbara de Braganza 13) la exposición de la fotógrafa chilena Paz Errázuriz.
Una fotógrafa que el año pasado resultó premiada en Photoespaña 2015 y que ya estuvo en el Centro Centro gracias a la muestra "Latin Fire. Otras fotografías de un continente. Colección Anna Gamazo de Abelló” con una trayectoria muy ligada al documentalismo social.
El trabajo de Paz Errázuriz se desarrolla en Chile en un periodo convulso de su historia política. Sus primeras fotografías, a mediados de los años 70, están marcadas por la situación de su país. Una época en la que salir a la calle a hacer fotografías era una actividad peligrosa y con muchos riesgos. El contexto en el que realiza su trabajo es determinante a la hora de abordar su obra y entender mejor sus fotografías.
La exposición está organizada por grupos temáticos en los que se agrupan las distintas series realizadas por la artista: 'Agentes y espacios del devenir social', 'Las edades de la vida (y la muerte)', 'Reclusión, Lucha y resistencia', 'El sexo instrumento de supervivencia', 'Impedimentos de la mirada', 'La desaparición de una etnia', 'Fortaleza y debilidad', 'El circo' y 'Exéresis'.
La obra de Paz Errázuriz nos muestra los estratos de la sociedad menos visibles, la cara oculta del progreso y de la modernidad. Una visión nada halagadora de su país, retratando la pobreza en sus distintas expresiones. Sus imágenes sin embargo dotan de una gran dignidad a sus personajes: boxeadores, indígenas, travestis, enfermos mentales, personajes de circo, etc.
Para conseguir esa atmósfera íntima es muy importante su método de trabajo, basado en la convivencia con sus retratados, ganándose su respeto y confianza, consiguiendo que éstos se olviden de la presencia de la cámara. Las fotografías nacen fruto de intensas inmersiones en los espacios y contextos que captura, siendo un equilibrio perfecto entre la documentación y la experimentación estética y artística.
Sería difícil destacar un tema en concreto, pero sí que me gustaría mencionar Reclusión, conformado por las series de El Infarto (1992-1994) y Antesala de un desnudo (1999). Se trata de un trabajo desarrollado en el hospital psiquiátrico Philippe Pinel, en Putaendo a doscientos kilómetros de Santiago de Chile. En un lugar en el que esperamos encontrar rostros tristes, desolados (se trata de personas a menudo desatendidas por sus propias familias), descubrimos una mirada totalmente diferente. Paz Errazúriz es capaz de centrarse en el amor que desprenden esas personas, abrazos y caricias, tiñen de ternura cada una de las fotos de la serie de El infarto del alma.
Personalmente me quedo con la sensación de descubrir una mirada nueva, una fotógrafa con una idea de continuidad y de ritmo visual muy importante, con el atrevimiento y la valentía para acercarse a temas tabú y adentrarse sin miedo en ellos. Y es precisamente ese atrevimiento el que a menudo nos falta a los que estamos aun aprendiendo este oficio, el arrojo necesario para perder el recelo a lo que fotografiamos.
Por Borja Sánchez, alumno del Master en Fotografía Artística y Documental en TAI