Ahora ya que hemos dotado de esqueleto a nuestra historia, vamos a proporcionarle movilidad, volúmen, volubilidad,... En resúmen, vamos a dotarla de articulaciones valiéndonos de los contextos dramáticos: los pilares estructurales de la historia.
Pregenérico: es lo primero que roza el espectador y que nos anticipa lo que vamos a ver. Si es bueno, marca el estilo de la película. Suele acompañarse de los créditos.
Secuencia inicial: es con lo que arranca la película, de forma potente y seductora.
Gancho dramático: es aquel incidente que nos conduce de manera lógica al punto de giro 1, a pesar de que entre ellos puede haber una gran distancia. Nos anticipa el conflicto por el cual vamos a querer engancharnos a esa historia.
Punto de giro 1: es el último elemento del planteamiento y el primero que nos introduce en una nueva dirección de la historia y la hace comenzar propiamente. Nos conduce con fuerza al desarrollo, y debe hacerlo con lógica causal, pero también con sorpresa.
Pinza 1: agrupa varias secuencias bajo un mismo denominador común y ayuda a introducirnos en el desarrollo.
Punto medio: suele ser un incidente que enlaza el contexto dramático de la primera parte del conflicto con la segunda parte. Normalmente, suele tener valor de punto de giro, introduciendo o eliminando personajes comúnmente. Debe tener suficiente fuerza dramática como para reorientar el conflicto.
Pinza 2: agrupa los contextos dramáticos bajo un mismo denominador que suceden tras el punto medio.
Punto de giro 2: nos impulsa directamente hacia la resolución de la película. Se invierte la tendencia del enredo hacia el desenredo. Debe hacernos intuir por primera vez cuál va a ser el final de la película, al menos indicándonos la dirección que se va a tomar, aunque para que sea bueno debe dejar algunos puntos sin resolver de momento, ya que si los desvelara dejaría el tercer acto sin sentido.
Clímax: es el mayor momento de intensidad dramática de la película. Todo lo anterior se ha trabajado para este punto. Para que sea bueno, debe tener dos características: desde él entendemos toda la estructura de la película, y por otro lado debe estar muy cerca del final. Hay que evitar el anticlímax.
Escena final: responde a las preguntas que deben ser respondidas. Resuelve las partes del guion que narrativamente han generado expectación en el espectador. Un final cerrado ofrece toda la información necesaria para cerrar el círculo, mientras que un final abierto va a dejar conflictos sin resolver.
Toda esta estructura la puedes mandar a tomar viento si eres Tarantino. Pero entre tú y yo, no eres Tarantino. Sírvete de ella si quieres tener un guion lógico y eficaz.
_Aitor Vaquerizo @Puto_Maiden