En la colina bajo el castillo de Edimburgo hay instalados unos grandes anillos Olímpicos, evidentemente para conmemorar los Juegos celebrados este verano en Gran Bretaña, pero bien podía haber sido para remarcar las dimensiones olímpicas que las Artes Escénicas cobran durante el mes de agosto en la capital de Escocia. Allí tienen lugar en estas fechas de verano múltiples Festivales que llenan sus teatros, sus calles, sus bares… y casi todo lugar susceptible de albergar cualquier tipo de performance.
Un poco de historia
Todo empezó en 1947 con el Festival Internacional de Edimburgo, en el que grandes compañías procedentes de a lo largo y ancho del planeta se reunían en tierras galesas para mostrar lo mejor de su arte. Muchos espectáculos no pudieron ser seleccionados debido al alto número de interesados en formar parte o por que sus propuestas eran demasiado alternativas, así que decidieron no quedarse de brazos cruzados, uniéndose y creando un estival paralelo donde todo ellos tuvieran cabida; el Fringe (término inglés que no de forma casual significa ‘en el límite’, como muchas de sus propuestas). Hoy en día ambas opciones siguen conviviendo y, junto a otros ciclos que sean ido uniendo, conforman un panorama numeroso, rico y variado con el que durante un mes Edimburgo se convierte orgullosa en el centro mundial para las artes escénicas El Festival de Edimburgo incluye: el Festival Internacional de Edimburgo, el Fringe, el Festival Cinematográfico Internacional de Edimburgo, el Festival de Jazz y Blues de Edimburgo, el Festival Internacional del Libro de Edimburgo y el Festival de la gente de Edimburgo.
Royal Mile: el Festival se vive en la calle
En mi caso era la primera vez que visitaba no solo los festivales si no la propia ciudad por lo que mi sorpresa no pudo ser mayor. Mi vuelo aterrizaba un lunes de agosto por la mañana y, tan pronto dejé la maleta, me dirigí a la Royal Mile, calle que va desde el Palacio Real de Holyrood al Castillo de Edimburgo. Ya durante el camino no pude quedar más maravillado por la particular orografía de la ciudad, una suerte de colinas de un verde espectacular coronadas por extraordinarios edificios de corte medieval. Pero no eran solo las imágenes de ‘postal’ de la ciudad lo que más me iba a sorprender durante mis primeras horas. Al avanzar por la Royal Mile llegué a un tramo en el que ya casi no se podía ni pasar, había oído que en estas fechas muchos artistas actuaban en la calle, pero no esperaba ese despliegue; el Fringe había ‘tomado’ las aceras con pequeños escenarios y actuaciones callejeras cada muy pocos metros. Aquello era un hervidero de artistas, todos ellos ataviados con el vestuario de sus funciones o con camisetas identificativas, cantando, actuando, bailando, repartiendo flyers, explicándote porqué deberías ir a ver su obra… La atmósfera que allí se respiraba era indescriptible, había una especie de optimismo generalizado, una sinergia entre artistas y público viandante que hacían que en esos metros una energía única y especial bulliera de forma constante.
Juventud, divino tesoro
Me sorprendió muy gratamente la juventud de muchos de las personas que mostraban su arte en la Royal Mile; es algo muy destacable del Fringe la cantidad de compañías jóvenes que pueden tener el Festival como uno de sus primeros escaparates. La actitud y entrega en la promoción de sus shows era entusiasta, un placer ver a las nuevas generaciones de artistas viviendo sus proyectos con pasión.
Un Festival de grandes dimensiones
Otra de las características con las que te quedas impresionado es el tremendo volumen de compañías, espectáculos y lugares de actuación presentes en el Festival. Más de 2.700 actuaciones procedentes de 47 países se dan lugar esos días, en casi 300 ‘venues’ (infraestructuras) repartidas por la parte central de la ciudad. Era llamativo ir caminando por Edimburgo e ir viendo carteles que identificaban como ‘venue’ del Festival no solo a teatros, salones de actos o auditorios si no también a los lugares más variopintos como bares, pubs, hoteles… y hasta iglesias. Todos sus habitantes saben de la importancia de esta propuesta para la ciudad, el turismo y su imagen de referencia en las artes y, además de la simpatía de la mayoría de los escoceses, te encuentras con la predisposición y orgullo que supone para ellos acoger en sus espacios uno de los espectáculos del Festival. Además, los lugares de actuación no solo son infraestructuras que puedes encontrar a lo largo del año, la ciudad se hace una con las artes y se erigen múltiples estructuras efímeras como carpas, tiendas o casetas en las plazas más importantes (acompañadas de sus correspondientes puestos de comida y bebida que las convierten en centros de ocio para el disfrute de autóctonos y visitantes).
El Festival de Edimburgo: toda una marca
Al igual que sucede en Nueva York o en Londres con sus míticos puestos TKTS donde se pueden comprar tickets con grandes descuentos para una selección de los shows que se celebran el mismo día, en Edimburgo también existe una iniciativa de estas características en la zona de The Mound (al lado de la Royal Scottish Academy y la National Gallery of Scottland). Además hay un puesto de venta central de entradas para el Fringe y otro para el Festival Internacional en la Royal Mile, productos de merchandising, programas de promociones y descuentos, la ciudad está repleta de estructuras donde se publicitan los carteles de los números espectáculos… La vertiente de marketing y desarrollo de negocio, como debe ser en el arte al igual que en otros sectores, está también ampliamente desarrollada en Edimburgo.
Asistiendo a los espectáculos
Ante las inmensas posibilidades, decidí intentar ver el mayor número de espectáculos posibles durante los tres días que iba a estar allí, utilizando como criterio de elección para ir a uno u otro que me llamara la atención el argumento, que hubiera visto un adelanto que me gustara en las performances callejeras, que conociera el trabajo de alguno de los interpretes, la variedad de estilos… o simplemente que un detalle despertara mi interés. Pude ver 7 espectáculos que destaco brevemente para dar una idea de las posibilidades artísticas que ofrece la ciudad: ‘Company’ Versión del famoso musical de Stephen Sondheim por parte de los alumnos graduados de Master en Teatro Musical del Royal Conservatoire of Scottland. A pesar de la edad de la mayoría de los actores, rondando la veintena para personajes que están entre los 30 y los 40, el elenco da una magnifica lección de interpretación, mostrando además unas excelentes voces. Una producción muy sencilla que con apenas unos pocos elementos de escenografía, el buen uso de las luces, y de la mano de un excelente elenco consigue poner en pie un musical de categoría más que profesional. ‘Active Virgin’ Admirado por el talento de los alumnos del Royal Conservatorie of Scottland, decidí ir a ver las otras dos obras que tenían en cartel. Un gran mérito el que este musical sea de creación propia, tanto el argumento como las canciones. Escrito por los hermanos Kielty, trata sobre el culto al cuerpo en el siglo XXI. Gimnasios, dietas, botox… forman parte del argumento de una interesante propuesta ubicada en la más ácida comedia. ‘Towards The Moon’ La tercera obra producida por el Royal Conservatorie of Scottland, también es un musical de creación propia. Una vez más, estos alumnos de Master muestran su talento en un historia creada por Andrew McGregor y que trata sobre los sacrificios que un escritor debe hacer para conseguir alcanzar el éxito. Me pareció muy interesante que tanto este como ‘Active Virgin’, destacan que eran musicales en ‘proceso de creación’, su duración no sobrepasaba los 60 minutos y, aunque es seguro que harán cambios para mejorar sus espectáculos, lo que mostraban ya presentaba una entidad completa, una historia desarrollada de principio a fin con calidad más que notable. ‘As You Like it’ En un festival celebrado en la tierra de Shakespeare no podían faltar múltiples espectáculos que nos presentaban versiones de sus obras. La que nos atañe era una de las más llamativas ya que, para narrar los enredos románticos de una de las obras clásicas del autor británico, presentaba un elenco formado totalmente por hombres estudiantes de la Universidad de Cambridge. Así que los intérpretes demostraban su destreza con personajes como Rosalind: un actor representaba a una mujer que se hacía pasar por hombre, todo un reto. Como dato curioso, algunas pinceladas de actualidad que, a pesar del anacronismo, no te sacaban del contexto de la obra; una coreografía del ‘Run the world (Girls)’ de Beyoncé abre la obra. ‘Tatyana’ Decidí hacer un paréntesis en el Fringe para ir a ver también una propuesta de mayor formato englobada dentro del Festival Internacional. Se trataba de un espectáculo de danza sobre una historia de Aleksandr Pushkin ambientada en la Rusia del siglo XIX e interpretada por la Deborah Colker Dance Company, proveniente de Río de Janeiro: una mezcla de sensibilidades coreográficas interesante que sorprendía también por sus propuestas escenográficas. Se representaba en el Playhouse Theatre, gran teatro escocés acostumbrado a mostrar las grandes producciones en gira de musicales de Broadway. ‘Without you’ El único espectáculo para el que compré las entradas de antemano. Anthony Rapp presenta una propuesta muy personal con la que rinde tributo a Jonahtan Larson (director y compositor que murió antes del estreno de su mítico musical ‘Rent’, del que Rapp formó parte) y a su madre fallecida de cáncer. Un show en el que, acompañado de 5 músicos en directo e interpretando canciones de ‘Rent’ y del grupo R.E.M, hace un repaso a su propia vida y a los acontecimientos que rodearon esas muertes, con toques de humor pero sobre todo una extraordinaria sensibilidad. Un show realmente emocionante, sobre todo si se conoce la historia de ‘Rent’. ‘Out of the Blue’ Los grupos de cantantes a capella eran muchos en el Fringe y estos probablemente serían uno de los mejores. Formado por estudiantes de la Universidad de Oxford, el grupo ya había tenido oportunidad de mostrar su espectáculo en giras y en programas televisivos como el ‘Britain’s Got Talent’. Una propuesta divertida y desenfadada que versionaba grandes éxitos del pop actual y que el público recibía con gran entusiasmo. Por supuesto, además de disfrutar con el arte, también puedes hacerlo con las múltiples posibilidades que la ciudad da al ‘turista convencional’: el Castillo de Edimburgo, el Palacio Real de Holyrood, el moderno edificio del Parlamento (diseñado por el arquitecto catalán Enric Miralles), el Yate Real Britannia, sus colinas, los múltiples museos de artes plásticas, su arquitectura… En resumen, agosto es un mes excepcional para descubrir Edimburgo y sus Festivales, una experiencia que recomiendo a todos los amantes de las artes escénicas… dejarse llevar por la magia celta y disfrutar de un ambiente único. -Diego Rebollo. Twitter: @diego_rebollo Para más información: Festival Fringe de Edimburgo: www.edfringe.com