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Carta imprescindible de un profesional de la fotografía a los jóvenes

septiembre 15, 2017
Federico Baixeras, profesor y Director de Arte y Relaciones Institucionales del Centro Universitario TAI, se dirige todos los que empiezan a estudiar Fotografía o se inician en el mundo profesional en este campo. Un texto en el que repasa los retos a los que se enfrentan, pero que sobre todo, destaca el abanico de oportunidades que tienen a su disposición. Estimados colegas: Me he decidido a escribir estas letras harto de seguir leyendo año tras año el pesimismo generalizado que reina más dentro del ámbito de la propia fotografía que alrededor de la misma. Cansado de escuchar a profesionales, a grandes profesionales, hablar del futuro de la fotografía en muchas ocasiones con derrotismo y frivolidad mientras los jóvenes estáis a la expectativa, intentando agarraros a una esperanza que parece que algunos quieren quitaros de la cabeza. Es curioso observar que la mayoría de este pesimismo se desarrolla principalmente entre aquellos con experiencia profesional o en el ámbito artístico y que tienen entre los 40 y los 55 años (me encuentro dentro de esa franja más cerca de los últimos). Somos aquellos que hemos trabajado muy duro, muchas noches, sin festivos ni fines de semana y con cortas vacaciones siempre pendientes de nuestro estudio y clientes y en una potente etapa laboral que nos generamos con mucho esfuerzo y dedicación, con la exclusividad del manejo de unos equipos, de un método al alcance de muy pocos y un aura de reconocimiento que nos rodeaba en el ámbito profesional. Vosotros, los jóvenes, habéis crecido en medio de un temporal económico que en muchos ámbitos os tiene acongojados, pero tenéis que ser conscientes de que precisamente eso os da un valor enorme por vuestra capacidad de adaptación, de reacción y de inventiva. Nadie tiene conocimiento de los parámetros como para poder ver lo que nos depara el futuro a corto, medio o largo plazo. La experiencia en muchos ámbitos nos permite comprobar que sabios y grandes profesionales, desde presidentes de gobierno a banqueros, pasando por estudiosos universitarios, se han equivocado radicalmente en tantas y tantas predicciones. No tenían ni idea de la crisis económica que se avecinaba hasta que la tuvimos encima. Pues en nuestro ámbito, pasa exactamente igual. En un mundo donde la imagen se ha convertido en un modo de comunicación casi más extendido que la propia palabra escrita, me resulta imposible pensar que los que más controlen este lenguaje van a sucumbir. Se habla del cansino término “democratización de la fotografía” como algo que ha provocado la caída de un sector. Bueno, afortunadamente en nuestra sociedad el índice de analfabetos es mínimo, pero no por eso cualquiera puede escribir un relato, un guión o un libro. No por el hecho de saber conducir y tener un buen coche, vas a poder competir en la Fórmula Uno. Definitivamente, no se trata de las herramientas. Cualquier profesional relacionado en cualquier ámbito con la fotografía sabe muy bien que los avances tecnológicos no hacen a un fotógrafo, ni en un evento deportivo, ni en un conflicto bélico, ni en un editorial de moda, ni en una campaña publicitaria… Porque hay mucho más detrás que simplemente pulsar un obturador. Sí, cualquier persona puede tomar una fotografía “cualquiera”, pero sólo algunos pocos pueden hacer buenas fotografías y menos aún, construir relatos nuevos, crear escenarios, ver de manera diferente o dar soluciones eficaces en distintos ámbitos donde se juega con presupuestos, tiempos limitados, exigencia, calidad y eficacia. Las crisis económicas son cíclicas, se producen en un ámbito global y tienen un efecto directo sobre muchos sectores y la fotografía es uno de ellos. Yo ya he pasado tres, aunque esta última ha sido sin duda la más larga y profunda. De las anteriores, en mi caso siempre salí muy reforzado profesionalmente. En la mayoría de Europa, siempre que llega un momento de crisis económica se produce el inmediato recorte de costes en las empresas y que casi siempre empieza por la publicidad, el marketing y la comunicación. Y la falta de inversión en publicidad conlleva la caída de todo el gigantesco contexto que la rodea. Para nosotros, lo más rápido de ver es el inmediato efecto sobre todos los medios de comunicación, pero no podéis imaginar a qué nivel afecta directa o indirectamente a tantos sectores vinculados. Y entre estos, los profesionales de la fotografía, que a su vez arrastran a estilistas, maquilladores, peluqueros, galerías, fabricantes, laboratorios y empresas de todo tipo relacionadas con nuestra industria. Esta situación provoca que los diferentes medios que intentan sobrevivir ajusten las tarifas de todos sus proveedores (en ocasiones hasta lo ridículo). Muchos fotógrafos ya asentados no han podido mantener sus ingresos, sus estructuras e incluso sus métodos de trabajo por los que estaban valorados y de ahí vienen muchas de las opiniones derrotistas. Pero no olvidemos que esto no solo se ha producido en nuestro ámbito, sino en muchos otros. Y, ¡es aquí donde entráis vosotros! Son estos mismos medios y otros diferentes que han surgido los que han visto en muchos jóvenes entusiastas la oportunidad de cubrir sus necesidades con costes mucho más bajos o sin costes para ellos. Se aprovechan de muchos de vosotros, de vuestro entusiasmo y deseo de introduciros en la profesión y que os ofrecéis a trabajar gratis o con tarifas ridículas por vuestro deseo de hacer portafolio o por desconocer los principios básicos por los cuales debéis facturar para vivir dignamente en el futuro de esta profesión. Tranquilos, esto ha pasado desde siempre. Lo que pasa es que este periodo está siendo más largo y en muchos casos el que intenta arrancar no lo consigue o cesa en su intento, pero como hay más dispuestos a lo mismo, los “clientes” se aprovechan de la circunstancia para no pagar o regatear presupuestos hasta la exasperación, que además es a lo que se están acostumbrando. Hay “intrusos”, sí. La mayoría por pura ignorancia. Pero desde aquí os digo una cosa, aquellos que queráis dedicaros profesionalmente a la fotografía no admitáis que nadie os meta en ese saco. Y si os ocurre, tan solo recordadles sus inicios a vuestra misma edad y en circunstancias muy diferentes a las que estáis pasando vosotros. Muchos fotógrafos han olvidado que con las primeras cámaras fotográficas que grababan en vídeo empezamos a hacer nuestros pinitos en este soporte. Los clientes nos empezaron a pedir incorporar vídeos con las fotos o muchos lo ofrecían como un plus añadido a su trabajo y, finalmente, hemos acabado completamente con una profesión casi por entero, la de nuestros compañeros reporteros de vídeo de los que solo sobreviven aquellos que tienen contrato con algún medio. Eso sí que ha sido intrusismo, tan masivo y tan rápido que no les dejamos ni llegar a quejarse. La situación actual es la siguiente. El cliente directo –la pequeña o mediana empresa– normalmente no tiene ni idea de fotografía, ni de publicidad ni de nada relacionado con la imagen. Cualquier cosa le va a parecer caro por hacer una foto o un reportaje que “no hace él mismo con la cámara que le regalaron por su cumpleaños, y que hace unas fotos estupendas, porque no tiene tiempo”. En las grandes empresas, normalmente hay un departamento de compras donde tampoco saben en qué consiste realmente nuestro trabajo. En estos departamentos ahora mismo reina el desconcierto; la mayoría, no tiene ni idea de por qué por el mismo briefing, tres de cuatro fotógrafos pasan presupuestos con diferencias porcentuales pequeñas (en función de caché y planteamiento) y de repente hay un presupuesto con una diferencia a la baja enorme. Y es porque muchos de vosotros tampoco sabéis establecer criterios de facturación ya que no tenéis claro en función de los parámetros que debéis establecer un presupuesto. Esto es fundamental para salir adelante porque si no los definís, estaréis perdidos antes de empezar. Tras 24 años en la docencia, sé muy bien que éste es el mayor problema que se os plantea: ¿Cuánto tengo que cobrar? ¿Es mucho, es poco? ¿En función de qué criterios presupuesto un trabajo? ¿Cómo establezco unas tarifas?… Y lo sé porque son muchos alumnos a los que he tenido que asesorar en este sentido y que es fundamental para vivir de cualquier profesión. Cada fotógrafo es una empresa de servicios y, como tal, necesita conocer los sistemas de tarificación de su trabajo, planificarse el presente, el futuro y establecer pautas de marketing y producción. Hay que mantener las tarifas que hacen viable vuestra vida profesional reduciendo los costes fijos que se imputan a los clientes. A medida que en una empresa encontréis departamentos que sepan más y den más valor a la imagen, como son los departamentos de Marketing o Comunicación, os encontraréis que es más fácil tratar con ellos. Ni qué decir cuando os entrevistéis con un buen editor o con los departamentos de producción o creativo de una agencia. Por ello, hay una luz al final del túnel, o al menos yo la veo ahí. Y es donde todo el problema se origina y el sector al que yo me he dedicado en los últimos 28 años, la publicidad. Fruto de la crisis, las agencias de publicidad –pequeñas, medianas y grandes– se han visto enormemente afectadas, muchas han cerrado; muchas han tenido que cambiar de estrategias, prescindir de grandes creativos, etc., pero mantienen una metodología de trabajo similar desde los orígenes de la publicidad y es por la que al cliente se le presenta una creatividad con antelación que está prácticamente terminada. Y esto conlleva la elección de los diferentes proveedores encargados de sacarla adelante, entre los que se encuentran los fotógrafos. Puedo asegurar que, a ciertos niveles, no hay intrusismo en el ámbito de la publicidad pues nadie se la juega por un precio que no sea justo, ni a nadie se le va a poner a prueba sin garantías. Los departamentos creativos están más abiertos que nunca a nuevos creadores de imágenes. Es cierto que para algunos trabajos siempre se buscará la hiperespecialización, pero ahora mismo puedes ser retratista, documentalista, narrativo, polifacético, conceptual, etc., que podéis servir para obtener beneficios profesionales con vuestro estilo y forma de ver. Hay un trabajo enorme por parte de editores en muchos medios que en ocasiones se da de frente con la realidad económica que estamos atravesando, pero la metodología de trabajo en el ámbito de la publicidad, o del editorial, arrastran consigo una serie de valores por la imagen resultante que nos da el reconocimiento que nos corresponde. Son muchas las veces que he visto cómo son los propios creativos, los directores de arte o los editores los máximos defensores de la calidad final de una imagen (y de su presupuesto) ante un cliente que empieza reticente y acaba convencido con el resultado. Antes o después, las empresas van a tener que invertir en comunicar su reposicionamiento en el mercado y sus nuevos productos y con ello, volverán las inversiones a los diferentes medios y publicaciones como única forma de que el consumidor final los conozca. Con la competencia se volverá a valorar el precio de la calidad en todos los sentidos. No está tan lejos como parece. Ya se nota un repunte en las inversiones en publicidad. Y no son “brotes verdes” deducidos de las noticias sino “brotes RGB” en boca de clientes y agencias que, aunque cautas, empiezan a notarlo y nos lo transmiten. Es esta excesiva cautela (lógica después del varapalo) por parte de todos los sectores de la sociedad lo que ralentiza la recuperación, pero está llegando ya. No será en ningún caso como lo fue en los años 80, 90 y 2000 porque han cambiado muchas cosas. Por eso me resulta interesantísimo ver la mezcla de creatividad y tecnología que nos espera, desde qué nuevas fórmulas de comunicación se van a generar a qué nuevos soportes gráficos habrá en las ciudades, con un abanico enorme de sorpresas que nos depara el futuro cercano. Ya hay marquesinas en nuestras ciudades que mezclan imagen fija con detalles en movimiento. ¡Es genial lo que viene, y lo que viene os toca a vosotros! Los tiempos han cambiado. Nuestra profesión ya no se transmite de forma artesanal de maestro a ayudante, como así era en el siglo pasado, porque no hay muchos estudios que puedan tener un aprendiz de forma continuada. Tenéis que formaros. La formación es el paso fundamental para la cualificación. Cuanto más sepáis más valdréis, y esto es común a todos los ámbitos de la vida. De forma autodidacta, en escuelas públicas o centros privados, hay muchas y muy buenas oportunidades. Tenéis que leer, tenéis que ver imágenes constantemente, tenéis que ir a exposiciones (y no solo de fotografía), sed curiosos, humildes, tened siempre ganas de aprender más, actualizaros tecnológicamente constantemente, estad abiertos a la información en todos los ámbitos y respetaos a vosotros mismos mediante unas tarifas dignas y coherentes porque si lo hacéis así, también respetaréis a vuestros futuros clientes y a vuestros colegas al tiempo que es la forma de tomaros y que os tomen en serio por el trabajo que realizáis. TAi-06

 © Mendía Echeverría

Fundid vuestros obturadores pero no os volváis locos “colgando” miles de imágenes. Aprended a editar, sed autoexigentes y buscad gente que os pueda asesorar en la creación de vuestro portafolio porque es vuestra carta de presentación. Nunca trabajéis por prueba y error y pensando que siempre queda el ordenador para después. El control técnico se aprende y os dará enorme soltura en las soluciones a problemas o en la búsqueda de nuevas creatividades que ahora mismo desconocéis. Y tened en cuenta una cosa importantísima. Cuando una fotografía es la imagen de un producto cualquiera, esa imagen puede tener una difusión y salir en una serie de soportes: folletos, catálogos, revistas, periódicos, publicidad en lugar de venta, Internet, marquesinas, autobuses, vallas… Los costes reales de la producción y contratación de estos espacios son tan elevados que el precio de la fotografía se va reduciendo tanto que al final resulta ridículo. Es por ello que es tan importante mantener vuestros derechos de imagen en función del plan de medios. Primero porque lo marca la ley y por eso son muchas las empresas serias que los respetan; y segundo, porque ha habido muchos fotógrafos antes que vosotros y entre los que me encuentro que nos hemos desvivido para que ahora vosotros podáis ejercer lo que por ley se os reconoce. No podéis ver el mercado circunscrito a Madrid o Barcelona y mucho menos a otras capitales de provincia. Ahora mismo el mundo y especialmente Europa es un pañuelo en el que te plantas en dos o tres horas con cualquier low cost, así que se abren muchas más opciones, sin complejos, sin barreras pero hablando inglés perfectamente. Así que poneos las pilas en esto. Y no tengáis miedo a la competencia. La competencia es genial, es enriquecedora, genera energía por todos lados y es un chute de adrenalina que nos hace luchar cada día para ser mejores. Nadie ha dicho que vaya a ser fácil, como no lo es en ninguna profesión hoy en día seas lo que seas pero con ilusión, esfuerzo, paciencia y disciplina y si lo quieres con toda el alma, lo vas a conseguir sin duda, sin ninguna duda. Artículo publicado en la revista Clavo Ardiendo.
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