Para abrir nuestro curso académico de diseño en la Escuela TAI nada mejor que tener un diálogo sobre diseño con Álvaro Sobrino, por su compromiso con el mundo del diseño pero también por su espíritu crítico hacia él.
Cuando era estudiante de diseño ojeaba revistas especializadas, una de ellas Visual, publicación referente si te apasiona el mundo del diseño, la creatividad y la comunicación. Ha pasado tiempo desde entonces y hoy sigue ojeando con el mismo entusiasmo cada número nuevo on line e impreso.
Álvaro, me resulta difícil presentar a las personas porque siempre tengo la sensación que algo me dejo en el tintero y en tu caso al tener una trayectoria tan especial prefiero no hacerlo, así que ¿qué tal si te presentas tú ante nuestros futuros jóvenes diseñadores?.
Soy diseñador. En sentido muy amplio, muy “disperso”. Me refiero a que entiendo el diseño como un recurso. Algo parecido a lo que sucede, por ejemplo, con la escritura. Escribir es una actividad que sirve para hacer periodismo, poesía o publicidad. Para redactar un manifiesto o el prospecto de un medicamento. Me gusta pensar que los diseñadores, más allá de ejercer una profesión, partimos con ventaja en cualquier actividad que afrontemos. Como el que escribe bien. Si además somos de los pocos capaces de vivir del diseño, eso ya es lo máximo, pero creo que no debería ser una obsesión.
Para aquellos que no conozcan Visual, es un espacio de creadores de diseño gráfico, fotografía, ilustración, audiovisual, publicidad, multimedia, arte, etc. que lleva en pie desde 1989. ¿Puedes resumirnos la filosofía de Visual frente al mundo del diseño y la creación?.
Una revista es un estado de ánimo, me refiero que es el reflejo de las personas que la hacemos y de lo que sucede a nuestro alrededor. Así, nacimos como una revista casi tecnológica, porque era lo que preocupaba a los diseñadores en los ochenta. Después nos fuimos conviertiendo al renacentismo casi como una religión, nada se quedaba fuera de la revista. Hoy nos centramos en el diseño y sobretodo en su relación con la imagen y la ilustración, quizá porque eso es lo que está en un momento apasionante. Pero si tuviera que agarrarme a un principio fundacional que hemos mantenido, creo que es la huida de la tendencia de lo que funciona en cada momento. Nos obsesiona no entregarnos a lo que se lleva en cada momento… aunque no estoy seguro de que sea una buena idea en términos de rentabilidad.
¿Crees que el mundo on line nos privará del placer de manosear revistas? Desde mi punto de vista el diseño y las publicaciones en papel convivirán con las publicaciones digitales pero muchos editores no piensan lo mismo. ¿Cuál es tu opinión al respecto como editor y director, y cómo te planteas el futuro en estos terrenos?.
No nos obsesiona el tránsito a lo digital. Nos gusta pensar que ese es el futuro, pero no necesariamente “nuestro” futuro. Por supuesto sabemos que tenemos que estar ahí, pero queremos que sea siempre un reflejo de lo que hacemos en papel, una segunda versión. La parte que más nos interesa es que nos permite llegar a mucha gente, pero sabemos que el retorno económico es menor. No podríamos convertirnos en una e-revista sin pasar por cosas que no nos gustan, como por ejemplo que los que escriben, los que ilustran, sigan cobrando por su trabajo. Es otro modelo, pero no es el nuestro. El dinero para pagarles sigue saliendo del papel.
En TAI insistimos mucho en ideas como la cultura del diseño, el valor del diseñador, el respeto y la pasión por la profesión, pero me temo que estamos viviendo momentos de desprestigio hacia el diseñador ¿compartes esta sensación?
El diseño está considerado como una herramienta económica, y como tal es prescindible, y solo se necesita si se traduce en un crédito económico. Y no es cierto. No es un valor añadido, es esencial. Porque afecta no solo a quienes lo utilizan para sus productos o servicios, sino a las personas que son usuarios de esos productos y servicios. Súmale a eso el absoluto desprecio por parte de los políticos y las administraciones, y tienes las claves de por qué el diseño se deteriora y es peor, precisamente ahora, cuando más y mejor formación existe.
¿Crees que debería de haber una responsabilidad ante esto para volver a posicionar el diseño y al diseñador?
La administración ha dejado de hacerlo, porque lo entienden solo como un beneficio para las empresas y ahora desde luego las prioridades son otras. Las asociaciones se centran en un servicio a sus asociados –que está bien– pero se alejan de la defensa del diseño, y es comprensible porque no hay recursos para todo. Y después estamos cada uno de nosotros: existen concursos, existe el crowdsourcing, pero existe porque hay gente dispuesta a especular con su trabajo.
Has sido hasta hace unos meses presidente de la Asociación de Directores de Arte y Diseñadores Gráficos ADG-FAD ¿Cuáles crees que son los valores que puede aportar un diseñador a la sociedad?
Felicidad. Ya sé que suena cursi, pero es que es así: el buen diseño contribuye a la felicidad de las personas, a que su vida sea mejor. El problema es que no nos lo creemos lo suficiente.
Existen varios caminos como el juego y la experimentación que abren nuevos territorios en el mundo del diseño por eso intentamos que los alumnos recorran varios procesos creativos. ¿Hay que innovar en los métodos de enseñanza enfocados a futuros diseñadores?
La oferta formativa y su calidad es diez veces mayor que hace tan solo unos años… creo que no se está haciendo mal. Me preocupa que se enfoque en demasía hacia las necesidades del mercado laboral, porque el mercado evoluciona tan rápido que es un modelo que se queda antiguo antes de ponerse en práctica. Y me preocupa también la burbuja formativa, y no es un fenómeno exclusivo del diseño. Nunca hubo tantos másteres y cursos, nunca hubo tanta gente queriendo vivir de los alumnos y de los padres de los alumnos… creo que hay que encontrar fórmulas alternativas. ¿lo que yo haría? Obligar a RENFE y a las compañías aéreas a dedicar un pequeño porcentaje de plazas a mover conocimiento. Y ese conocimiento está en la cabeza de las personas. No puede ser que la partida mayor en cualquier congreso o en jornadas de conocimiento sea siempre para enriquecer a las compañías de transporte y los hoteles.
El año pasado me regalaron un libro de ilustraciones, se llamaba Soñar un retorno al cero de Kayumi de Blur Ediciones un libro precioso, muy cuidado con apariencia de edición independiente ¿Qué papel desempeñas en Blur y cómo elegís a los ilustradores que publicáis? Me pareció muy curioso que se pudiera descargar el ejemplar desde la web de forma gratuita. ¿Crees que afecta este tipo de acciones a una editorial o que la enriquece?
Hemos editado más de un centenar de libros. Soy de los que cree que si haces lo previsible, los resultados serán los previsibles. Y si haces lo que hace todo el mundo, serás como todo el mundo. Por eso decidimos editar libros pequeños y baratos, porque los libros de diseño e ilustración son caros y lujosos. Sin pretenderlo, nos hemos acabado centrando en primeros libros de cada autor: es fantástico poder decir que más de la mitad son libros que para el autor era su primer libro. Y satisface mucho que luego vengan editoriales grandes y les editen libros más grandes. De autores más consagrados, les editamos aquello que nadie les edita, pero que es interesante. Gallardo, Miguel Oriola, Víctor Coyote, Mauro Entrialgo, Gallardo, Enrique Flores… ¡hasta Jordi Labanda!. ¿por qué querrían editar un librito de seis euros con una editorial pequeña? Pues porque les editamos cosas que para otras editoriales no son interesantes.
Álvaro, para terminar hace muy poquito tiempo participaste en el Tenerife Design Festival, ¿nos cuentas un poco tu experiencia en el Festival?.
El TDF es un festival que combina exposiciones y conferencias con experiencias muy personalizadas a modo de pequeños talleres. Es el segundo año que voy. Es un gran festival, el lugar acompaña, la gente es fantástica y las instituciones locales lo apoyan. Realicé allí un workshop de Microcollage. Yo siempre había hecho collage –sobre todo digital– pero como parte de mi trabajo: cubiertas de libros y revistas, para ilustrar artículos, incluso en material publicitario… hace unos meses organizamos un maratón de collage, y descubrí que es apasionante cuando no responde a un encargo… el diseño, y la ilustración, y el collage también, son como el sexo: cuando no es por dinero, se llama amor. Empecé a hacer pequeños collages utilizando diccionarios ilustrados. Los grabados de los diccionarios antiguos son apasionantes, un género de ilustración que ha desaparecido. Y los de los diccionarios escolares tiene un estilo cutre-descriptivo que también da mucho juego… y en un diccionario lo tienes todo ¿qué más se puede pedir?
Hablando de experiencias. Está en marcha el segundo maratón de collage organizado por Visual y Proyecto Gorrión, una experiencia muy recomendada ¿cómo surge y por qué?
La experiencia del maratón fue muy positiva, combinando sesiones más teóricas con horas de trabajo, experiencias compartidas, un concierto… el collage lejos de ser una experiencia solitaria permite socializar los procesos y trabajar sobre premisas comunes. Vamos a hacerlo una vez al año en Madrid, y nos gustaría hacerlo también en otras ciudades. Pero además es un nexo, y entre maratón y maratón queremos proponer actividades más pequeñas –entre nosotros las llamamos moratines–. Durante el mes de noviembre vamos a hacer un taller en cuatro sesiones, con cuatro profesores distintos.
Recomiéndanos una publicación online y una impresa
On-line: sin duda, http://www.monografica.org. Por los contenidos y por el formato, creo que es el modelo a seguir para los e-zines sobre diseño. Y una revista impresa, Novum sigue siendo una referencia. Pero hay una revista polaca que se llama 2+3D que me parece que tiene un mérito enorme, es un producto dignísimo… Lástima que esté en polaco: me sirve para descubrir cosas y buscar información después por otras vías.
¿Un sueño cumplir?
Veinticinco años haciendo una revista sobre diseño en este país, y seguir haciéndola con la que está cayendo… Supongo que eso es un sueño cumplido.
¿Cómo se gana un Laus?
Creo que los Laus hacen una fotografía anual del diseño, y es interesante porque reflejan una evolución. Para ganar premios hay que cuidar la presentación, el jurado ve muchas piezas en unas horas, y dedica poco tiempo a cada una de ellas: los valores de una pieza tienen que apreciarse en el primer vistazo. Luego hay una leyenda –como toda leyenda tendrá su parte cierta– de que hay un “estilo Laus”que condiciona el resultado.
Visual puede…
Contribuir. Creo que la defensa del diseño y la calidad es una labor conjunta de los diseñadores, las asociaciones, las instituciones, las escuelas, los eventos… y también las revistas.
Un buen proyecto de diseño que recomiendas ver por lo menos una vez en la vida.
Hay una gasolinera en Peñaranda de Bracamonte (Salamanca) hecha toda de azulejos de Michelín que es imprescindible visitar. Ojalá alguien se fije y la declare patrimonio artístico o algo, para que no desaparezca.
¿Una crítica?
A las administraciones públicas cuando contratan diseño y organizan concursos. Creo que es exigible que tratándose de dinero público, se sigan criterios de calidad y optimización y que se entienda que el diseño de lo público afecta directamente a los ciudadanos. Desgraciadamente, el deterioro es enorme.
Un diseñador rompedor cuando el diseño estaba en pañales.
Las series de cajas de cerillas que Cruz Novillo hizo para Fosforera Española en los años sesenta fueron un pistoletazo de salida. Creo que hay un antes y un después.
I+D o tendencias
En diseño, la investigación lo es casi todo. Las tendencias me interesan con la perspectiva de unos años, es entonces cuando descubres si había detrás investigación o solo eran manierismos formales.
Por Eva Cruz, profesora del Área de Diseño de la Escuela TAI.